Por: Claudia Delgado G.

Ciro Castillo es una de las 2,262 personas que han desaparecido, en lo que va del año, en nuestro país. A los medios no les interesa cubrir otras noticias de personas desaparecidas porque el caso Ciro Castillo se ha convertido, lamentablemente, en un sinónimo de ventas y rating.  Nunca antes una historia había llamado tanto la atención. Poco falta para que la gente se siente con un tazón de canchita a ver qué es lo último que dijo Rosario Ponce o cuál es la nueva prueba que los –tan cuestionados- topos mexicanos , ahora al 70% de las investigaciones, han descubierto.

Hace poco las lágrimas de la familia de Ciro empañaban los televisores. Desgarradoras súplicas de los padres, que al principio generaron pena -y angustia- en el público, ahora se han vuelto, lamentablemente, parte de la novela. Incluso los programas nocturnos de entretenimiento deciden dedicarle, por lo menos, quince minutos al día a algún reportaje sobre Ciro. Las ganas de saber quién miente,  quién dice la verdad, y quién prefiere no decir nada, alimentan a medios sedientos de primicias y ventas.

Vemos el caso Ciro como una novela que se desenvuelve al más puro estilo mexicano. Una sonriente muchachita de mirada pícara se presenta en todos los programas dominicales a contar, una y otra vez, su versión de los hechos. Basta con mirarla fijamente para saber que ya no le quedan dudas sobre lo que, como una grabadora, repetirá en el horario estelar. Ya no se siente amenazada y afirma que esta semana volverá a la universidad. Se siente tan cómoda bajo los reflectores.

Por otro lado, nos encontramos con padres resignados a encontrar a su hijo. Padres que han tenido que entrar en un torrente de luces y cámaras buscando una respuesta que aún no reciben. Los medios que los acogen y exprimen hasta que no se pueda sacar más información. Es raro despertar y no ver –o leer- algún titular sobre el tema. La novela se emite de lunes a domingo y parece que no tiene cuando terminar. Ayer, 30 de Agosto se conmemoró el Día del Desaparecido. Tanto el mediático Ciro como otras 2,261 personas extraviadas –sí, esas que no salen bajo los reflectores en horario estelar- merecen justicia.

Los medios de comunicación son parte de una enmarañada novela que parece no tener fin.

Más información sobre el transcurso del caso aquí.